jueves, 12 de junio de 2008

TU AUSENCIA

Como cada día, acudo a la cita que nos une con tanta ilusión que mis pies apenas tocan el suelo, pero no apareces, de nuevo. Es en este momento cuando la pena, la tristeza embarga mi alma, mi corazón se encoge; un suspiro, entonces, rompe el silencio, se torna en lamento... Cierro los ojos resignado y asumo mi soledad, mi amarga soledad. Tu ausencia me ahoga, me falta el aire; me ciega, me falta la luz... me faltas tú.
Recluyo mi nostalgia entre fríos pasillos de melancólicas paredes, prisión metálica con matices multicolor que contrastan levemente con tan hondo penar. Cruel destino aquel que no me da tu querer, que me arranca la esperanza sin redención alguna, sin titubear; maldito sino que te puso en mi camino y sin permitirme, siquiera, acariciarte te aleja de mí, te aparta despiadadamente.
Las horas no pasan, se hacen eternas sin ti; alargan mi angustia, mi errante caminar... Mas como todo en la vida, postreramente llega el final... muere el día, con él mi triste penar. Con la noche se forja un nuevo sueño, la ilusión resurge, cual ave fénix de sus cenizas, con ansias por despertar. Amanece un nuevo día, a la par el mismo anhelar, acudir a la cotidiana cita con esperanza renovada, deseoso de poder disfrutar de tu hermosa sonrisa, de tu inocente mirada, de tu carácter jovial... de ti... alma de mi alma, espina de mi corazón marchito.
Quizá nunca te llegue a tener... lo sé. Mas no renunciaré jamás a tan bello anhelo; no faltaré a la cita... enfermo de amor...

Datrebil

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