jueves, 10 de julio de 2008

UN ENCUENTRO SOÑADO

Caía la tarde, se perdía en el mar un cielo teñido de cálidos naranjas y rojos, bello tapiz se extendía desde el horizonte hasta la infinidad del firmamento. Las suaves olas azuladas contrastaban con la amalgama de color de tan hermoso atardecer, efímero cuadro que da paso a la noche.
Un muchacho, vestido de blanco inmaculado, baja hacia la orilla de la playa con una botella de Lambrusco, en una mano, y dos copas de fino cristal, en la otra. Lleva la camisa entreabierta, pareciera dejar escapar su corazón para que vuele libre como lo hacen los pájaros, como la cometa que se deshace de las prisioneras manos del niño que juega en la playa; o, quizá, la llevara desabotonada para aliviar el nervioso calor que pudiera sentir, acercándose al fin el encuentro con su amada. En el ojal, una rosa blanca enardecía su belleza
Ella, esperaba sentada en la arena, junto al mar. Su mirada se perdía en el infinito, embriagada por el devenir de las olas que se desvanecían bajo sus pies descalzos. La ligera brisa ondeaba su pelo, los últimos rayos de sol dibujaban en el suelo su sutil silueta... expectante, anhelosa...
Él llega al lado de ella, coge su la flor del ojal de su camisa y la coloca en el cabello de su amada, enardeciendo su belleza. Ella se levanta y une sus labios a los de él; no hubo alguna vez, beso más tierno, más cariñoso...
Dejó él las copas y la botella en el suelo, junto a la toalla donde estaba sentada ella, y pasearon por la playa cogidos de la mano. Conversaron largo y tendido, de un tema y de otro... se besaron, se abrazaron... Aprovecharon juntos las últimas horas de la tarde, disfrutando cada instante.
El colorido cielo dio paso a una plácida noche, la luna y las estrellas no quisieron perderse tan prometedora velada, y tornaron de alegría el oscuro firmamento con brillantes haces de luz. Ya en el punto de encuentro, él descorchó hábilmente la botella de Lambrusco, se sirvieron unas copas y brindaron por tan encantador momento.
Entre el deleite del chispeante elixir, se sucedieron besos y caricias, abrazos y miradas... El ambiente tomaba temperatura, la pasión se desencadenada entre ambos, sus cuerpos se buscaban... y se encontraban...
Suavemente, poco a poco, se despojaban de sus ropas... Piel contra piel, se enarbolaba la fogosidad del encuentro... El uno bebía de los labios del otro, el otro probaba el sabor del cuerpo del uno...
En el cielo, la luna y las estrellas eran fieles testigos del derroche de amor de la pareja. Se fundían sus almas en un ir y venir de caderas, un ardiente baile de placer que danzaban al unísono de sus enérgicos latidos. Se amaron... se gozaron...
... durante toda la noche...
... durante toda la vida.

Datrebil

4 comentarios:

Anónimo dijo...

anhelado encuentro, dulce sueño...

Anónimo dijo...

Bonito encuentro que sin lugar a dudas te gustaría vivir, espero que algún día la luna y las estrellas sean testigos de ese amor que sientes y que nos lo cuentes claro. Un besito. Hades

Melancolía "La Dama de tus Pensamientos" dijo...

Y aquella tarde, bajo la luz de la luna, se amaron durante toda la noche, durante toda una vida.
Se estremecieron dos cuerpos,
se sintieron mil caricias.
Dieron rienda a sus pasiones,
a sus bellas fantasías.
Al amor más puro y grande,
que en sus anhelos sentían.
Dos almas que deseaban,
dos almas que al fín, se unian.
Precioso querido amigo.
He podido sentir esa brisa, mientras contemplaba la belleza de ese mar inmenso, bajo la luz de la luna.
Es fácil soñar leyendote.
Y hoy, he podido soñar apasionadamente.
Un abrazo enorme, con todo mi cariño.

WILHEMINA QUEEN dijo...

Luna y estrellas, testigos silenciosos pero brillantes de este encuentro maravilloso.
¡Pucha que es lindo leerte!!!!!!!!

besotes
Verónica

(Te enlazo, si me permites! besiños!)

Vero