Perdóname por no entenderte; no es fácil, créeme. Tú que me ofreciste aquello cuanto deseé, que con el paso del tiempo me lo fue dando todo... ¿por qué pretendes arrebatármelo ahora? No te escondas... da la cara.
Pusiste la miel en mis labios para que me deleitara con su dulce sabor, regusto del placer y la pasión... Un rojo clavel cuya excitante fragancia embriagó mi ser, aletargando mis sentidos, haciéndolos suyo...
Lograste apartar las nubes que oscurecían mi cielo, dejando hueco para que los luminosos rayos del sol tocaran mi piel, caricia sutil que embelesa mi cuerpo... Y que la brisa liviana mimara mi paso por la vida retirando las piedras del camino para no tropezar...
Tú que del fuego de la pasión permitiste que se prendiera la llama de la inocencia, con sólo una escueta chispa. Llama que avivó el cálido latir de mi corazón, por momentos perdido, en otros hallado... Llama candente que otorga sentido al calor de la vida... de mi vida... chispa divina...
Ilusiones cumplidas, sueños realizados... camino de seda que ante mis ojos situaste. Me merecía tanto, preguntábame yo; quizá no, mas así fue. Entonces, ¿por qué ahora intentas arrancármelo todo? Dime, sé valiente...
Perdóname por no conformarme, no fue fácil, créeme. Tal vez, por tener todo cuanto deseé dejé de valorarlo y busqué más allá, en el lugar donde los sentimientos mandan sobre todo... en el que el corazón coge las riendas de la vida sin dar tregua a la razón. Es allí donde me enviaste, despiadadamente.
Confiado seguí el sendero que marcaste para mí, una volátil senda con delicados pétalos que conducían a la más hermosa de las rosas... una rosa blanca. Frágil flor que dirige mis pasos, a ella me encargaste su cuidado; a pesar de convertir mi estancia terrenal en un errante viaje existencial... que me ahoga y me lastima...
Complicado mundo es el de los sentimientos, mas que por obviar lo evidente nos atormentamos sin consuelo. Es un hecho probado que la mente no doblegará jamás al corazón, aunque esté malherido... maltrecho de tanto amor...
Entregaste en mis manos una tierna rosa que no tocaré jamás, mas muera por ello... anhelando el suave tacto de sus pétalos... su cálido rozar... Resignarme me ha de quedar, pues al menos, de su fragancia puedo apreciar... y de este deleite, mientras persista, nadie me podrá despojar.
¿Por qué pretendes robarme la esencia de tan bello clavel a cambio de la tentación? ¿Acaso, es la hermosa rosa blanca la prueba de convicción que trabaste en mi carrera hacia mi inevitable final? ¿O, tal vez, procuras que salvaguarde su andadura por la fría tierra de la envidia y la maldad?
Perdóname, entonces, mi cruel destino, por no saberte entender. Perdido me encuentro entre mundos distintos. No es fácil... seguir el rumbo que marca mi corazón cuando la realidad se aleja diáfana de cuanto dicta su latir... créeme, no es fácil...
Datrebil
Pusiste la miel en mis labios para que me deleitara con su dulce sabor, regusto del placer y la pasión... Un rojo clavel cuya excitante fragancia embriagó mi ser, aletargando mis sentidos, haciéndolos suyo...
Lograste apartar las nubes que oscurecían mi cielo, dejando hueco para que los luminosos rayos del sol tocaran mi piel, caricia sutil que embelesa mi cuerpo... Y que la brisa liviana mimara mi paso por la vida retirando las piedras del camino para no tropezar...
Tú que del fuego de la pasión permitiste que se prendiera la llama de la inocencia, con sólo una escueta chispa. Llama que avivó el cálido latir de mi corazón, por momentos perdido, en otros hallado... Llama candente que otorga sentido al calor de la vida... de mi vida... chispa divina...
Ilusiones cumplidas, sueños realizados... camino de seda que ante mis ojos situaste. Me merecía tanto, preguntábame yo; quizá no, mas así fue. Entonces, ¿por qué ahora intentas arrancármelo todo? Dime, sé valiente...
Perdóname por no conformarme, no fue fácil, créeme. Tal vez, por tener todo cuanto deseé dejé de valorarlo y busqué más allá, en el lugar donde los sentimientos mandan sobre todo... en el que el corazón coge las riendas de la vida sin dar tregua a la razón. Es allí donde me enviaste, despiadadamente.
Confiado seguí el sendero que marcaste para mí, una volátil senda con delicados pétalos que conducían a la más hermosa de las rosas... una rosa blanca. Frágil flor que dirige mis pasos, a ella me encargaste su cuidado; a pesar de convertir mi estancia terrenal en un errante viaje existencial... que me ahoga y me lastima...
Complicado mundo es el de los sentimientos, mas que por obviar lo evidente nos atormentamos sin consuelo. Es un hecho probado que la mente no doblegará jamás al corazón, aunque esté malherido... maltrecho de tanto amor...
Entregaste en mis manos una tierna rosa que no tocaré jamás, mas muera por ello... anhelando el suave tacto de sus pétalos... su cálido rozar... Resignarme me ha de quedar, pues al menos, de su fragancia puedo apreciar... y de este deleite, mientras persista, nadie me podrá despojar.
¿Por qué pretendes robarme la esencia de tan bello clavel a cambio de la tentación? ¿Acaso, es la hermosa rosa blanca la prueba de convicción que trabaste en mi carrera hacia mi inevitable final? ¿O, tal vez, procuras que salvaguarde su andadura por la fría tierra de la envidia y la maldad?
Perdóname, entonces, mi cruel destino, por no saberte entender. Perdido me encuentro entre mundos distintos. No es fácil... seguir el rumbo que marca mi corazón cuando la realidad se aleja diáfana de cuanto dicta su latir... créeme, no es fácil...
Datrebil