jueves, 18 de septiembre de 2008

LUNA HERMOSA, LINDA ROSA

De nuevo la luz de la bella luna, dueña de la noche, tocó mis afligidos ojos devolviéndoles el brillo de antaño, ya casi olvidado. Dibujó en mi rostro, castigado por el paso del tiempo, una risueña sonrisa que despierta mi alma adormecida por el dolor que siente al ver cuanto sufre su anhelada rosa clara. Coquetea, mi agraciada luna, entre juguetonas estrellas que no la pierden de vista; desvela sus encantos adorablemente, embriagándome despacio de su preciada presencia. Sacude tenazmente mis cinco sentidos, los hace suyo; sensación extraña envuelve mi ser, el deseo de poderla abrazar se hace latente. Me arrebata certeramente un trozo de mi henchido corazón, con él se lleva parte de mis sentimientos... mi cariño, uno de ellos.
Reina en la noche es mi amiga, la luna sencilla, que mi admiración provoca con su buen hacer y su distendida alegría; faro, que irradia luz desde su gran corazón, ilumina el camino de los mortales que velan laboriosos el proseguir cotidiano de sus destinos... Hermosa luna, niña encantadora que alegra mi llegada con besos amistosos, con exultante sonrisa, presagiando el inevitable final de las horas oscuras que rigen su plácido deambular...
Con su despedida nace el nuevo día... Son los rayos refulgentes del sol, en esta ocasión, los que dan vida al nuevo caminar; alumbran con sutileza los delicados pétalos de mi linda rosa blanca, diosa de la mañana que acaba de comenzar... Son las gotas de rocío que resbala corola abajo, amargas lágrimas derramadas provocadas por la desesperanza de ver como el tiempo pasa sin que su querido jardinero, aquel por el que vierte mil suspiros, la tome en su mano decidido prendiendo, al fin, en su corazón la llama del amor...
Yo, complaciente colibrí que gusta del dulce néctar de la amistad que desprende su alma, la cuida con mimo... razón de mi existir. Espanto víboras arpías que procuran marchitar su hermoso resplandor, su radiante alegría, con despreciables y rastreras artimañas; procuro apartar las sombrías nubes que tornan de tristeza su hermosísimo mirar para que la liviana brisa de ilusiones coloreen, de nuevo, en su rostro bello la sonrisa de la que perdidamente me enamoré, hace tiempo ya.
Rosa albina que pinta alegres trazos de acuarela en mi ser, es por ella que late mi loco corazón. No rozarán mis ásperas manos, tu suave piel; no besarán mis labios, tu terso cuello, ni tus labios dulces... serán otra las manos que las disfruten; mas no por ello se desvanecerá mi sonrisa, pues mientras en tus cristalinos ojos reflejada la vea, mi alma seguirá viva...
Luna hermosa, linda rosa... nocturna, una; diurna, otra... suspiro por vuestra dicha...

Datrebil

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