domingo, 19 de octubre de 2008

AÑORANZAS...

Hoy, como otras muchas tardes de estos últimos meses, anhelo nostálgicamente a la rosa blanca que un día clavó sus espinas en mi corazón para hacerlo suyo desde entonces. Veo en ella oscuros pétalos llenos de tristeza y melancolía que, aunque no consiguen arrebatarle su belleza, van desvaneciendo poco a poco su resplandor sumiéndola en un obstinado desánimo. Añoro con locura tu esplendor, mi linda flor, aquel que logró enamorarme sin remisión.
Ansío demasiado poder gozar, de nuevo, de tu simpatía y de tu alegría inundándome de tu sonrisa; rozar tu alma clara a través de tu hermosa mirada... Sueño cada noche con sumergirme en el lívido mar de tus labios, zozobrar en el impetuoso oleaje de tus besos... despojado naufragar al tibio roce de tu tersa piel que atavía tu cuerpo bello, despertar plácidamente con el calor de tu pecho, con el latir melódico de tu corazón... Son sentimientos guardados bajo llave dentro de mi loco corazón que buscan una ínfima rendija por donde huir, que sólo desean acariciar tu alma y desvelarle aquello que callan sumisamente ahogándome en mi fría soledad...
Ha deslucido tu esplendor la tormenta ya pasada, con ella amargas lágrimas de desamor que rasgaron tediosamente tus ojos y tu pecho. En tu interior sólo ha dejado confusión: el amor y el odio se baten en duelo, la desilusión y la esperanza alzan espadas, disparan a matar el olvido y el recuerdo... el sí y el no... el amor y el desamor...
Son tiempos difíciles, amiga, los que te toca vivir; mas debes saber que no estás sola y no lo estarás jamás. Hay un valeroso ruiseñor que ha apostado por ti y ha hecho méritos para recobrar y merecer tu amor; te ama más que nadie y sabe comprender. Dedícate a él como él lo hará por ti...
Deja las nubes pasar y que la luz del sol te vuelva a iluminar, deja volar a ese colibrí que no supo luchar por tu amor y que prefiere la fragancia de otra flor a pesar de no hacerlo feliz...
Cantará las más bellas melodías, tu honroso ruiseñor, para ti; sacrificará su alegre y libre revolotear para hacerte dichosa, tal como te mereces... confía en ello, mi rosa blanca...
Velará por tu caminar este pobre loco que escribe estas humildes palabras, reflejo fiel de sus sentimientos. Este empedernido romántico al que, su amiga eterna y la pálida sombra que tiene su amistad, se empeñan en definir como un ángel. Lo sea o no, creo que no, cuidaré de ti mientras tú me lo permitas; tendrás siempre mi amistad y mi cariño. Piensa que cuando me necesites y no puedas verme, yo estaré desde donde algún lugar deseando que la suerte te sonría y que la alegría te cobije en sus regazos.
Te regalo la mitad de mi vida... Sí, sólo la mitad; porque la otra mitad, contigo quisiera vivirla...

Datrebil

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