Como ya dijera el gran Neruda, puedo escribir los versos más tristes esta noche... mas yo no lo quiero. Pese a la forzosa ausencia que hoy nos distancia no encuentro motivos para dejar de contentarme, pues esta situación no hará más que acrecentar mi sentir. Es nuestro amor lo más hermoso que me pudo suceder.
Podrán aparecer nubes negras que cubran el ancho cielo y no te dejen ver más allá de su oscuridad, podrá sentir celos el aire por robarle al viento el más tierno susurro; mas no podrán jamás arrebatarte el amor que aquel loco soñador, que un día paseó por nubes de ensueño, siente por ti, mi bella flor.
Aún estando tan lejanos, mi corazón late henchido de amor y goza de tu cariño desmedido. Estás conmigo en cada suspiro que libre vuela en tu busca, en el susurro dulce que solivianta mi oído... en el viento suave que acaricia mi sufrida tez... en la delicada brisa que endulza mis labios anhelantes de tus besos... en el soplo etéreo que embriaga mi olfato con aroma de café...
Te bañas en un mar tintado con el color de la esperanza, sumergida en la mirada que dejó de ser triste. Eres la niña de mis ojos, la brillante luz que devolvió el candor a mi sobrio mirar... la alegría de una sonrisa compartida, estigma del divino sentimiento que nos unió.
Tu alma sensible, esencia de cuanto eres hoy, penetra por los poros de mi piel instalándose en mis entrañas, desplegando su pureza en cada gota de mi sangre que impetuosa fluye por mis venas; se cobija en mi pecho, toma en sus regazos mi loco corazón arropándolo como a un inocente niño que recién comienza a vivir...
Te extraño estos días más que nunca, amor, pero no dejaré que la pena me invada; pues aún sin estar, estás más presente en mí. En cada pensamiento emerges tú, en cada latido que dentro siento, en cada beso no dado y que surca el aire procurando tus labios...
En los sueños de noches frías de acompañada soledad, paseamos tú y yo abrazados por la orilla del bello mar empapado de atardecer que baña la playa de Matalascañas, allá donde su agua clara esculpió tu cuerpo, anhelo de mis manos. Felices nos entregamos al poder del amor al que sucumbieron nuestras almas y nuestros cuerpos.
Son momentos de nostalgia... palabras mudas de la soledad...
Silencio roto... por el latido enamorado de mi corazón... amor, palpitando por ti...
Datrebil
Podrán aparecer nubes negras que cubran el ancho cielo y no te dejen ver más allá de su oscuridad, podrá sentir celos el aire por robarle al viento el más tierno susurro; mas no podrán jamás arrebatarte el amor que aquel loco soñador, que un día paseó por nubes de ensueño, siente por ti, mi bella flor.
Aún estando tan lejanos, mi corazón late henchido de amor y goza de tu cariño desmedido. Estás conmigo en cada suspiro que libre vuela en tu busca, en el susurro dulce que solivianta mi oído... en el viento suave que acaricia mi sufrida tez... en la delicada brisa que endulza mis labios anhelantes de tus besos... en el soplo etéreo que embriaga mi olfato con aroma de café...
Te bañas en un mar tintado con el color de la esperanza, sumergida en la mirada que dejó de ser triste. Eres la niña de mis ojos, la brillante luz que devolvió el candor a mi sobrio mirar... la alegría de una sonrisa compartida, estigma del divino sentimiento que nos unió.
Tu alma sensible, esencia de cuanto eres hoy, penetra por los poros de mi piel instalándose en mis entrañas, desplegando su pureza en cada gota de mi sangre que impetuosa fluye por mis venas; se cobija en mi pecho, toma en sus regazos mi loco corazón arropándolo como a un inocente niño que recién comienza a vivir...
Te extraño estos días más que nunca, amor, pero no dejaré que la pena me invada; pues aún sin estar, estás más presente en mí. En cada pensamiento emerges tú, en cada latido que dentro siento, en cada beso no dado y que surca el aire procurando tus labios...
En los sueños de noches frías de acompañada soledad, paseamos tú y yo abrazados por la orilla del bello mar empapado de atardecer que baña la playa de Matalascañas, allá donde su agua clara esculpió tu cuerpo, anhelo de mis manos. Felices nos entregamos al poder del amor al que sucumbieron nuestras almas y nuestros cuerpos.
Son momentos de nostalgia... palabras mudas de la soledad...
Silencio roto... por el latido enamorado de mi corazón... amor, palpitando por ti...
Datrebil