En el recuerdo vuelve a quedar la luz de tu mirar, maldita tristeza que roba el brillo de tus ojos bellos sin ningún reparo. Se lleva consigo tu característica alegría, de ella sienten celos las estrellas que en las lánguidas noches velan por la luna; borra atrozmente de tu lindo rostro tu agraciada sonrisa, envidiada por serpientes de lengua larga y viperina que un día tomaron forma de mujer (error cometido por Dios el de otorgarle a tan malévolos seres, un cuerpo tan divino).
Es injusto el destino contigo, mi flor hermosa, no trae sol dos días seguidos sin que arrecie un chaparrón que ahogue tus esperanzas y sueños en amargas lágrimas de pena y desazón. Golpea violentamente tu pecho antes que recupere su latir tu maltrecho corazón, que agotado perece entre dos caminos: uno, por el que tus pies descalzos ya pisaron y nuevamente aparta las piedras del piso para que puedas pasear aferrada al olvido; y otro, novedoso e incierto que ofrece apetecibles ilusiones por vivir y que arroja pétalos de rosa por el suelo que has de pisar. Cruel destino, que te brinda dos caminos... el primero, que tiene las puertas abiertas por el que ya anduviste y dudas si quieres volver a recorrer; y un segundo, por el que deseas ardientemente transitar y cuyo guardián, sus puertas, no se atreve a abrir para que puedas pasar. Sí, amiga mía, cruel sino el tuyo... tan ligado al mío...
Embarga mi alma tu tristeza, se ensombrece a la par mi mirada... se halla mi corazón encogido por tan hondo penar; en él habita un trozo ajeno, marcado a fuego lleva tu nombre, regalo que un día me ofreciste con tu sincera amistad... Suspiros que se lleva el viento a un mundo perdido donde confluyen lamentos, ilusiones rotas, desesperanzas y olvidados anhelos... sentimientos encontrados que no recibieron añorada respuesta...
Suena el teléfono, mis piernas tiemblan... se oye una voz desgarradora, compungida por el desasosiego, casi desvanecida... es tu afligida voz, mi bella rosa blanca... Busca consuelo, una palabra de aliento, tal vez un consejo... El apoyo de un amigo... que rápido encuentra... a pesar de soportar el peso de las cadenas que atan sus manos y sus sentimientos...
Es mi corazón no sólo un latido de amor que busca y no encuentra, disipándose en el olvido; sino es, ante todo, un latir amistoso y sincero... que ofrece sin pedir nada a cambio... aunque muera de sufrimiento por conseguir que tu alma retoce de alegría como antaño lo hacía...
Es injusto el destino contigo, mi flor hermosa, no trae sol dos días seguidos sin que arrecie un chaparrón que ahogue tus esperanzas y sueños en amargas lágrimas de pena y desazón. Golpea violentamente tu pecho antes que recupere su latir tu maltrecho corazón, que agotado perece entre dos caminos: uno, por el que tus pies descalzos ya pisaron y nuevamente aparta las piedras del piso para que puedas pasear aferrada al olvido; y otro, novedoso e incierto que ofrece apetecibles ilusiones por vivir y que arroja pétalos de rosa por el suelo que has de pisar. Cruel destino, que te brinda dos caminos... el primero, que tiene las puertas abiertas por el que ya anduviste y dudas si quieres volver a recorrer; y un segundo, por el que deseas ardientemente transitar y cuyo guardián, sus puertas, no se atreve a abrir para que puedas pasar. Sí, amiga mía, cruel sino el tuyo... tan ligado al mío...
Embarga mi alma tu tristeza, se ensombrece a la par mi mirada... se halla mi corazón encogido por tan hondo penar; en él habita un trozo ajeno, marcado a fuego lleva tu nombre, regalo que un día me ofreciste con tu sincera amistad... Suspiros que se lleva el viento a un mundo perdido donde confluyen lamentos, ilusiones rotas, desesperanzas y olvidados anhelos... sentimientos encontrados que no recibieron añorada respuesta...
Suena el teléfono, mis piernas tiemblan... se oye una voz desgarradora, compungida por el desasosiego, casi desvanecida... es tu afligida voz, mi bella rosa blanca... Busca consuelo, una palabra de aliento, tal vez un consejo... El apoyo de un amigo... que rápido encuentra... a pesar de soportar el peso de las cadenas que atan sus manos y sus sentimientos...
Es mi corazón no sólo un latido de amor que busca y no encuentra, disipándose en el olvido; sino es, ante todo, un latir amistoso y sincero... que ofrece sin pedir nada a cambio... aunque muera de sufrimiento por conseguir que tu alma retoce de alegría como antaño lo hacía...
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